En la última etapa de la prehistoria, durante el llamado período neolítico, se presenta una evolución cultural y tecnológica que impacta la hasta entonces cambiante relación del hombre con su ambiente. Esto fue posible debido al descubrimiento de la agricultura, que generó la creación de asentamientos cada vez más establecidos con intención de perdurar gracias a la cobertura de necesidades alimentarias y por otra parte, esta situación detonó una inusitada expansión demográfica, hasta entonces desconocida para la humanidad.
El medio oriente, ha sido conocido como la "cuna de la civilización" pues fue en valles ribereños de esta región, en la meseta iraní o en la llamada media luna fértil integrada por la cuenca oriental del mediterráneo y en lo que más tarde serían los territorios de Mesopotamia y Persia, donde se presentaría una mayor concentración de este crecimiento inédito hasta entonces. Dado que el establecimiento fijo propio de una forma de vida sedentaria es posible, se abandona el modo de vida nómada basado en la caza y la recolección. Así surge la necesidad de un hábitat cuya principal función sería la de permitir el desarrollo de unidades de subsistencia agrícolas destinadas a núcleos de población estable. Las aldeas neolíticas se ubicaban sobre elevaciones del terreno cercanas a cursos de agua y se acostumbraba protegerlas por medio de fosos o muros
Las que tenían mejor ubicación y sistemas de riego por medio de diques, acequías o canales pronto se convirtieron en centros urbanos por su capacidad para almacenar las cosechas y de organizar adecuadamente las funciones de subsistencia. Templo y viviendas, lugares de trabajo, almacenes, fueron algunas de las muestras de la arquitectura primaria surgida entre el año 10,000 y 3,000 a.C., en estos primeros centros urbanos.
Las unidades que las integraban, tenían una variedad de formas regulares, principalmente cuadrados, rectángulos y círculos, pero una proxémica regida por la concentración y la cercanía, de manera que cada unidad se encontrara perfectamente identificada en la cotidianidad de la vida aledana y sus principales actividades. Por ello, estas aldeas tenían principalmente una economía autosuficiente pero con incipientes registros de actividad comercial, sobre todo entre objetos dotados de un alto valor simbólico.
Las que tenían mejor ubicación y sistemas de riego por medio de diques, acequías o canales pronto se convirtieron en centros urbanos por su capacidad para almacenar las cosechas y de organizar adecuadamente las funciones de subsistencia. Templo y viviendas, lugares de trabajo, almacenes, fueron algunas de las muestras de la arquitectura primaria surgida entre el año 10,000 y 3,000 a.C., en estos primeros centros urbanos.
Las unidades que las integraban, tenían una variedad de formas regulares, principalmente cuadrados, rectángulos y círculos, pero una proxémica regida por la concentración y la cercanía, de manera que cada unidad se encontrara perfectamente identificada en la cotidianidad de la vida aledana y sus principales actividades. Por ello, estas aldeas tenían principalmente una economía autosuficiente pero con incipientes registros de actividad comercial, sobre todo entre objetos dotados de un alto valor simbólico.
Algunas
de las principales aldeas surgidas en la parte final del Neolítico fueron;
CATAL HÜYÜK
Situada
en Turquía con una antigüedad de aproximadamente 9000 años. Tenía cerca de 13 hectáreas de terreno. Había alrededor mil
viviendas y una población estimada entre 5000 y 10000 habitantes. Su rasgo
principal era la organización de las viviendas y su conexión con la trama de la
aldea, ya que estaban construidas con tal estrechez (entre unas y otras) que no
contaban con calles y sus accesos se presentaban por el techo mediante
escaleras. Esto permite inferir, una función defensiva, aunque también es notable la ausencia de indicios de luchas o violencia al interior del yacimiento.
Es una aldea integrada por conjuntos de viviendas con muros de adobe y barro apisonado sobre esteras vegetales, hay una gran variedad de funciones domésticas y es notable que los techos pudieron fungir como espacios públicos y para realizar algunas de las actividades domésticas en períodos de clima benigno.
JERICÓ
Creada en Cisjordania a orillas del río Jordán con casi diez mil años de antigüedad, destaca por su popularidad al ser una referencia indispensable de la lectura bíblica (Deuteronomio 34:1,3) (Jueces 3:13) (Números 22:1). A principios del siglo XX comenzaron las excavaciones en el montículo de Tell es -Sultan hasta que veinte años después se encontró el viejo asentamiento neolítico con una muralla doble de ladrillos y muros exteriores con un grueso de dos metros e interiores de hasta cuatro metros con alturas cercanas a los nueve metros.
Había un espacio vacío de unos cuatro metros entre las murallas y en la parte alta, después de ese espacio se habían construido casas. Las dimensiones de la ciudad permiten suponer suponer que había una importante sobrepoblación en esta aldea.
KHIROKITIA
En la isla de Chipre, se encuentra este antiguo asentamiento neolítico que data de más de siete mil años. Es posible advertir el grado de especialización que tenía ya esta aldea: edificios funerarios, chozas, plataformas de depósito o descanso, así como hornos y bancos para sentarse, al igual que las ventanas en las viviendas. Su población estimada data de entre 300 a 600 habitantes y las condiciones geográficas han permitido hasta la fecha la conservación en muy buen estado de muchas zonas y utensilios de este antiguo lugar.
CAYÖNÜ
Ubicado al sur de la antigua Turquía con un área de cerca de 4 hectáreas y más de siete mil años de antiguedad. Es una aldea casi carente de accesos al nivel del suelo, solamente reservado para edificios de uso comunal, mientras que las entradas a las viviendas estuvieron en las terrazas. La organización de los espacios destaca por su trazo y alta especialización: arquitecturas circulares, viviendas rectangulares con plantas en forma de parrilla, habitaciones con suelos de arcilla endurecida con vestigios de estructuras de segundo piso.
CARAL
Si bien la revolución neolítica ha seguido una demarcación euroasiática, los descubrimientos arqueológicos a la luz de las teorías del poblamiento americano, permiten la incorporación de este continente al proceso de expansión de la aldea a la urbe. La evidencia del Caral situado a 200 kilómetros al norte de Lima, Perú; como el asentamiento más antiguo del Nuevo Mundo con una estimación aproximada de hace 5000 años, permite reconocer líneas de expansión común al final de la edad de piedra.
El asentamiento tiene 66 hectáreas de terreno con una traza urbana que distingue entre zona central y periferia. Entre 1000 y 3000 personas habitaron este sitio. Caral cumple perfectamente con el desarrollo de una aldea que se convierte en centro urbano, al encontrarse, por parte de la arqueóloga Ruth Shady restos de una evidente poder económico regional a través de su comercio de productos marítimos. A diferencia de la mayoría de los asentamientos del mundo antiguo, en Caral los arqueólogos no han encontrado evidencia de un estado militarizado ni murallas defensivas en las fuentes acuíferas.