lunes, 8 de enero de 2018

De las aldeas neolíticas a las primeras expresiones urbanas


En la última etapa de la prehistoria, durante el llamado período neolítico, se presenta una evolución cultural y tecnológica que impacta la hasta entonces cambiante relación del hombre con su ambiente. Esto fue posible debido al descubrimiento de la agricultura, que generó la creación de asentamientos cada vez más establecidos con intención de perdurar gracias a la cobertura de necesidades alimentarias y por otra parte, esta situación detonó una inusitada expansión demográfica, hasta entonces desconocida para la humanidad.

El medio oriente, ha sido conocido como la "cuna de la civilización" pues fue en valles ribereños de esta región, en la meseta iraní o en la llamada media luna fértil integrada por la cuenca oriental del mediterráneo y en lo que más tarde serían los territorios de Mesopotamia y Persia,  donde se presentaría una mayor concentración de este crecimiento inédito hasta entonces. Dado que el establecimiento fijo propio de una forma de vida sedentaria es posible, se abandona el modo de vida nómada basado en la caza y la recolección. Así surge la necesidad de un hábitat cuya principal función sería la de permitir el desarrollo de unidades de subsistencia agrícolas destinadas a núcleos de población estable. Las aldeas neolíticas se ubicaban sobre elevaciones del terreno cercanas a cursos de agua y se acostumbraba protegerlas por medio de  fosos o muros
Las que tenían mejor ubicación y sistemas de riego por medio de diques, acequías o canales pronto se convirtieron en centros urbanos por su capacidad para almacenar las cosechas y de organizar adecuadamente las funciones de subsistencia. Templo y viviendas, lugares de trabajo, almacenes, fueron algunas de las muestras de la arquitectura primaria surgida entre el año 10,000 y 3,000 a.C., en estos primeros centros urbanos.  
Las unidades que las integraban, tenían una variedad de formas regulares, principalmente cuadrados, rectángulos y círculos, pero una proxémica regida por la concentración y la cercanía, de manera que cada unidad se encontrara perfectamente identificada en la cotidianidad de la vida aledana y sus principales actividades. Por ello, estas aldeas tenían principalmente una economía autosuficiente pero con incipientes registros de actividad comercial, sobre todo entre objetos dotados de un alto valor simbólico.

Algunas de las principales aldeas surgidas en la parte final del Neolítico fueron;

CATAL HÜYÜK

Situada en Turquía con una antigüedad de aproximadamente 9000 años. Tenía cerca de 13 hectáreas de terreno. Había alrededor mil viviendas y una población estimada entre 5000 y 10000 habitantes. Su rasgo principal era la organización de las viviendas y su conexión con la trama de la aldea, ya que estaban construidas con tal estrechez (entre unas y otras) que no contaban con calles y sus accesos se presentaban por el techo mediante escaleras. Esto permite inferir, una función defensiva, aunque también es notable la ausencia de indicios de luchas o violencia al interior del yacimiento. 
Es una aldea integrada por conjuntos de viviendas con muros de adobe y barro apisonado sobre esteras vegetales, hay una gran variedad de funciones domésticas y es notable que los techos pudieron fungir como espacios públicos y para realizar algunas de las actividades domésticas en períodos de clima benigno. 



JERICÓ


Creada en Cisjordania a orillas del río Jordán con casi diez mil años de antigüedad, destaca por su popularidad al ser una referencia indispensable de la lectura bíblica (Deuteronomio 34:1,3) (Jueces 3:13) (Números 22:1). A principios del siglo XX comenzaron las excavaciones en el montículo de Tell es -Sultan hasta que veinte años después se encontró el viejo asentamiento neolítico con una muralla doble de ladrillos y muros exteriores con un grueso de dos metros e interiores de hasta cuatro metros con alturas cercanas a los nueve metros.
Había un espacio vacío de unos cuatro metros entre las murallas y en la parte alta, después de ese espacio se habían construido casas. Las dimensiones de la ciudad permiten suponer suponer que había una importante sobrepoblación en esta aldea.


KHIROKITIA
En la isla de Chipre, se encuentra este antiguo asentamiento neolítico que data de más de siete mil años. Es posible advertir el grado de especialización que tenía ya esta aldea: edificios funerarios, chozas, plataformas de depósito o descanso, así como hornos y bancos para sentarse, al igual que las ventanas en las viviendas. Su población estimada data de entre 300 a 600 habitantes y las condiciones geográficas han permitido hasta la fecha la conservación en muy buen estado de muchas zonas y utensilios de este antiguo lugar.
  




CAYÖNÜ


Ubicado al sur de la antigua Turquía con un área de cerca de 4 hectáreas y más de siete mil años de antiguedad. Es una aldea casi carente de accesos al nivel del suelo, solamente reservado para edificios de uso comunal, mientras que las entradas a las viviendas estuvieron en las terrazas. La organización de los espacios destaca por su trazo y alta especialización: arquitecturas circulares, viviendas rectangulares con plantas en forma de parrilla, habitaciones con suelos de arcilla endurecida con vestigios de estructuras de segundo piso.

CARAL
Si bien la revolución neolítica ha seguido una demarcación euroasiática, los descubrimientos arqueológicos a la luz de las teorías del poblamiento americano, permiten la incorporación de este continente al proceso de expansión de la aldea a la urbe. La evidencia del Caral situado a 200 kilómetros al norte de Lima, Perú; como el asentamiento más antiguo del Nuevo Mundo con una estimación aproximada de hace 5000 años, permite reconocer líneas de expansión común al final de la edad de piedra.
El asentamiento tiene 66 hectáreas de terreno con una traza urbana que distingue entre zona central y periferia. Entre 1000 y 3000 personas habitaron este sitio. Caral cumple perfectamente con el desarrollo de una aldea que se convierte en centro urbano, al encontrarse, por parte de la arqueóloga Ruth Shady restos de una evidente poder económico regional a través de su comercio de productos marítimos. A diferencia de la mayoría de los asentamientos del mundo antiguo, en Caral los arqueólogos no han encontrado evidencia de un estado militarizado ni murallas defensivas en las fuentes acuíferas.


domingo, 7 de septiembre de 2014

Del arte figurativo al arte abstracto

por Ramón Ramírez Ibarra, PhD.

A finales del siglo XIX comienzan a desarrollarse nuevas propuestas en torno al lenguaje artístico y las formas, tanto de enseñanza (producción) como de reproducción (espacios). Esta renovación quedará caracterizada por los críticos y especialistas del mundo del arte bajo el término “vanguardia”; [1]  del latín abante que significa adelante, o bien avance  y del germánico wardaz, guardia o guardar. Este término de uso militar que caracterizaba a la parte de una tropa que camina delante del cuerpo principal y lo protege, sería característico para designar una transición cuyo principal objetivo fue la disolución del viejo problema de la figuración.
La figuración tuvo antecedentes ya desde la prehistoria, tanto en el Neolítico como en la edad de los metales cuando las representaciones hechas en cavernas,  en figurillas de arcilla o bien en la cerámica decorada tenían como interés la demostración del cuerpo humano, paisajes u objetos reconocibles.  Pero en las culturas cristiana e islámica, estas representaciones quedarían marcadas por una prohibición de tipo teológico, por ejemplo con la famosa afirmación de San Agustín  que condenaba la representación  figurativa que “ama vuestros signos, en lugar de amaros a vos mismo” (Dios).  Estas interpretaciones mantuvieron durante mucho tiempo, en el gótico, por ejemplo, la idea de que la representación figurativa era una forma inferior o inadecuada de transmitir el mensaje de Dios, permitiendo su expresión solo en miniaturas, vidrierías o retablos o en las esculturas de cornisas y arbotantes de las iglesias y catedrales, alejados de la visión clara de los feligreses.


Fue hasta el Renacimiento que el retorno de lo figurativo se adueña por completo de la representación artística en prácticamente todas las disciplinas (verosimilitud y perspectiva en un sentido lógico)  y a partir de ahí, se desenvuelve hasta el siglo XIX en la aspiración constante y reinterpretada de lo clásico. En este panorama surgen movimientos límite como el simbolismo que buscaban una tendencia renovadora y espiritualista, pero aún deudora de la figuración y el academicismo, mientras que sería la pintura impresionista, la que se enfocaría en trabajar  detalles técnicos de la pintura en el trazo o la iluminación.  Aunque algunos historiadores dejan fuera del concepto de vanguardia al impresionismo, fue el primer movimiento que se rebeló contra los gustos de la época y la forma de enseñanza del arte, bajo la idea de presentar la realidad de otra manera. El precursor sería Eduardo Manet y luego pintores como Degas, Monet, Cezanne o Renoir abordarían de forma similar el quehacer pictórico por medio de trazos breves dirigidos a captar el instante en forma fugaz, como si el objeto desapareciera de improviso entre el tiempo y la luz.

Dado que la pintura impresionista se proponía una obra relativista, es decir, creada por la circunstancia del medio ambiente y las condiciones de iluminación, en algunos casos parecía inacabada o hasta grotesca para algunos de los gustos más conservadores de la época, ya que se apreciaba la imagen como diluida o sin solidez.  Sólo en algunas obras (la catedral de Ruán de Monet por ejemplo), estos artistas fueron bien recibidos por la crítica y es muy probable que este estilo sea la encarnación de la célebre frase con que el filósofo Karl Marx caracterizaría la modernidad industrial: “All that is solid melts into air” (todo lo sólido se desvanece en el aire). Posteriormente, el llamado neoimpresionismo o también llamado puntillismo, a través de pintores como Paul Signac y Geoges Seurat, algunos años después,  motivados por más avances en la fotografía y la cuatricomía,[2] retomaron este impulso de disolución de la imagen, en un sentido más técnico y controlado en cierto sentido más racional y estudiado.

Tras esta renovación en el academicismo clásico, iniciada por la pintura impresionista, veremos una sucesión de experimentos plásticos con dos objetivos cada vez más claros, por una parte, la ruptura con los cánones tradicionales  de representación figurativa, basada en paisajes, personas u objetos definidos en función de su apego a las líneas de trazo y contornos sólidos que enfocaban la mimesis (del griego μίμησις ) como imitación del referente, en función del apego al modelo original, y en consecuencia, el surgimiento de una nueva forma de representación ajena a esta función imitativa, ya que el arte de la fotografía aparecido en el siglo XIX pone en cuestión el predominio referencial de la obra, es decir, su equivalencia respecto a un original.
La abstracción (del latín abstractio) viene a sustituir a fines del siglo XIX  la función referencial del arte clásico, aunque la intención abstracta, era ya un problema fundamental de la investigación filosófica en los griegos desde la metafísica. Sin embargo, la abstracción en los artistas a fines del siglo XIX se opone al realismo y la fotografía bajo la búsqueda de un estilo de representación que no trate de reproducir formas de la naturaleza u otros modelos, sino que experimente desde la obra en sí misma a través  de su estructura, forma y  colores.
En este proceso, el artista rechaza todo modelo exterior a su conciencia, es decir, a la intención de organizar los elementos formales en función de una realidad externa, presentada como visible. La abstracción reencuadra en varios niveles el problema de lo figurativo, así podemos encontrar un abstraccionismo puro como en Kandinsky donde hay un predominio del sentido filosófico (metafísico) en la obra y otro abstraccionismo “parcial” que aún guarda cierta referencia mínima respecto al sentido referencial y a modelos externos, como sucedería en movimientos como el cubismo o el fauvismo.


Sería hasta la primera veintena del siglo XX que el arte abstracto, coordinado en cierto sentido por la expresión de vanguardia, que se le reconocería como una forma de innovación que abre las posibilidades de representación expresiva para las diferentes artes que recibieron un impulso derivado de esta forma de entender la realidad y por que no, prospectarla a futuro.


Bibliografía

Milicua José (Dir). (1994) Historia Universal del Arte- Arte S. XX - VV- IX, Editorial Planeta.
Gooding, Mel (2001). Abstract Art (Movements in Modern Art series). Tate Publishing.
Vicens Francesc y varios (1973). Arte abstracto y arte figurativo. Biblioteca Salvat. Barcelona.


[1] Técnica que se basa en la reducción de los colores básicos a cuatro con la finalidad de conseguir un espectro de coloración más amplio.

[2] Vanguardia con relación al arte aparece por primera vez en el primer cuarto del siglo XIX, en textos de los socialistas utópicos. No se trataba de un grupo o de una tendencia artística en particular, sino que el arte se presentaba en general, como avanzadilla de los sectores fundamentales que tratan de transformar la sociedad: la ciencia y la industria. Esto introduce otro concepto de vanguardia: Vinculación con actitudes progresistas ( implicaba ansia transformadora de la sociedad ). A fines del XIX, el término vanguardia se utilizó en el vocabulario político y antes de la primera guerra mundial pasó a ser frecuente, en la crítica artística concretamente se aplicó al Cubismo y Futurismo. http://www.um.es/aulasenior/saavedrafajardo/trabajos/vanguardias.pdf

domingo, 24 de agosto de 2014

La cultura minoica


por Ramón Ramírez Ibarra, PhD.


Introducción
La cultura minoica es una cultura de la llamada edad oscura griega o del pasado helénico más remoto, también entra en el llamado período prehelénico que mantuvo una estrecha conexión con el antiguo próximo oriente. Surgió durante la edad de bronce entre los años 3000 y 1200 a.C. Su descubridor fue el arqueólogo británico Sir Arthur Evans, quién relacionó la muestra arquitectónica más representativa de esta cultura, el palacio de Cnossos con la leyenda del rey Minos y el Minotauro. A partir de ahí han sido los restos de su arquitectura palaciega quienes han marcado las pautas de lectura más importantes de su pasado. 


Contexto sociocultural

Los restos más antiguos de los habitantes de este lugar se remontan al Neolítico. Comenzaron en asentamientos integrados por cavernas y chozas rusticas. La edad de los metales aparece en forma  tardía hacia el año 2,300 a.C., y esos asentamientos sustentan las primeras aldeas agrícolas en la parte oriental de la isla, sin embargo más tarde se desplazan hacia la parte central. A partir de aquí, la cultura minoica conoce varias fases basadas principalmente en la evolución estilística de sus forma arquitectónica más reconocible, el palacio: minoico prepalacial (2600-2000 a.C.), minoico medio (2000 - 1700 a.C.) y el minoico reciente (1700-1400 a.C.). Ya en este último período es cuando surge el esplendor de la isla como centro urbano regional gobernado por una talasocracia que dominaba el mar Egeo y se extendía hacia la península griega y las costas de Asia Menor.  
Las invasiones, primero de los aqueos (a finales del siglo XV) y de los dorios posteriormente (siglo IX) dieron lugar a la decadencia de esta cultura, ya que comenzaron por abandonar los palacios y luego sus riquezas materiales y su clase trabajadora (entre la que iban los artesanos y orfebres) que se desplaza a las ciudades micénicas a lo que sería más tarde la Grecia continental. Al ser una parte más del mundo griego vive una colonización hegemónica, pero por otra parte, lega rasgos importantes de su cultura a lo que más tarde será esta civilización.

Manifestaciones artísticas 

Sus expresiones artísticas se dirigen principalmente a la pintura, cerámica y arquitectura. El relieve y la escultura tienen menor importancia debido a que el desarrollo del ritmo, simetría, colorido y proporción lograda en la tres primeras, junto a su abundancia y tamaño, serán aquellas que coloquen a esta cultura como un importante antecedente de estudio para la historia y la crítica artística. Sin embargo, en la escultura destaca la riqueza de los materiales empleados como oro, marfil, porcelana vidriada y terracota que representaban en su mayoría símbolos y figuras femeninas. Su cerámica presenta en vasijas una amplia gama de decoraciones, desde vistosas y coloridas hasta geométricas y de escenas naturalistas o motivos marítimos. La pintura presenta una importante tendencia a la proporción y es realizada en frescos aplicados a muros recubiertos de estuco. Hay mucho colorido y escenas llenas de cotidianidad y los ideales de belleza que más tarde se delinearán en el arte clásico, aunque aún hay una notable ausencia de perspectiva por lo que sus representaciones son aún centradas en dos dimensiones; sin embargo, las líneas estilizadas de algunos frescos del palacio de Cnosos como la famosa Parisina reflejan el interés por el ritmo y la modulación que siglos más tarde se recuperarán en estilos como el art nouveau o el art decó.

La arquitectura minoica 


Hay una variedad de edificaciones que van desde santuarios, oratorios, casas y tumbas rectangulares y de tolo, pero la más importante es sin duda el palacio, entre los que destacan el de Faistos, Hagia Triada y Cnossos. 
Los rasgos más importantes y característicos de su expresión arquitectónica, los podemos encontrar a través de los siguientes elementos: a) Uso de tierra batida o losas de piedra con pilares, principalmente columnas, b) muros de mampostería y piedra adaptados a la decoración interior y c) techos adintelados por medio de vigas de madera (imitados más tarde por los griegos). Los palacios, como se puede ver en los restos de Cnossos, se ubicaban en sitios elevados con orientación de norte a sur, ocupando un gran espacio a través de trazos asimétricos. A diferencia de la mayor parte de las edificaciones surgidas en la última etapa del neolítico y las primeras edades de los metales, estas reflejan un carácter de apertura rematada por una gran funcionalidad e independencia entre su organización interna, por ejemplo, casa del rey, de los aristócratas, así como estancias de espacio público. 
Sin embargo, el patio central como elemento dominante nos recuerda también la importancia de una forma de organización colectiva que gozó de éxito en el neolítico. A diferencia del carácter dominante que tendría en otras culturas el templo, aquí este goza de un aspecto complementario, dado que predomina la organización individual de los espacios. Hubo incluso espacios individualizados hasta por el uso de letrinas y baños. Los interiores poseían una rica decoración y sistemas de drenaje con tuberías de cerámica. Es en la arquitectura donde se concreta la compleja red de relaciones sociales y simbólicas que llegó a tener esta cultura hasta su declive al terminar integrada en el mundo griego.


Fuentes de consulta:
ALVAREZ, Herrero Olga (2010). Palacio de Knossos. Publicado en De arqueología.com: http://www.dearqueologia.com/micenas I.htm.
GIEDION, Sigfried (1969). La arquitectura, fenómeno de transición. Gustavo Gilli, Barcelona. 
LÉRIDA, Lafarga Roberto (2014). Proyecto clío: La civilización minoica. Publicado en http://clio.rediris.es/fichas/minos_minoica.htm
STORCH de Gracia, Jacobo (1999). Historia del arte 5: arte griego 1. Madrid: Historia 16.
VARIOS (2014). Arte cretense. Publicado en http://www.arteespana.com/artecretense.htm

sábado, 23 de agosto de 2014

El gótico, la arquitectura de las catedrales como síntesis tecnológica y cultural

Por Ramón Ramírez Ibarra

Este artículo se encuentra publicado en la revista Elementos, ciencia y cultura No.95 (Jul-diciembre, 2014) de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Deja tu comentario en este Blog y accede a la publicación dando click a la portada o al índice; 




martes, 19 de agosto de 2014

El zigurat


La palabra Zigurat, del antiguo ziqqurat, de lengua acadia, significaba construcción en un sitio elevado. Era un templo original de la antigua Mesopotamia con forma de pirámide escalonada. Fue construido por los antiguos pueblos de esta región: sumerios, acadios, babilonios y asirios. 
Su función era la de observar los astros y fungir como hogar del Dios de la ciudad. 

Hubo tres tipos básicos de esta construcción :

a) el rectangular, propio de las tierras meridionales, cuyo acceso está resuelto por medio de escaleras (Ur, Uruk, Nippur); 



b) el de la planta cuadrada, más frecuente en el norte de Mesopotamia (Assur, Nimrud, Jorsabad), en el que las rampas de acceso sustituyen a las escaleras,  





c) el denominado tipo combinado, en el que utilizan escaleras; para acceder a los pisos inferiores y rampas para los superiores.



ACTIVIDAD RELACIONADA: Consultar la plataforma Nexus de lla UANL